Los que me conocéis personalmente sabéis que tengo un notable acento gaditano con un característico ceceo. De hecho, aunque quiera, soy incapaz de pronunciar la s. Os aseguro que lo he intentado muchas veces y nunca lo he conseguido. Y tener «acento»(entrecomillado porque todos tenemos el nuestro aunque solo algunos sean llamados como tal), hoy en día, sigue siendo un hándicap. Por alguna extraña razón, parece que si lo tienes «eres tonto» o «no sabes hablar».
Gran Hermano VIP
Esta entrada surgió ayer, mientras veía Gran Hermano. Ya sabéis que defiendo a muerte la capacidad de este programa para reflejar la realidad que nos rodea. Y en este caso no fue una excepción. Los profanos no sabréis que hay un concursante de El Puerto de Santa María, Alejandro Nieto, que fue Míster España (apodado Mizté en las redes, haciendo chanza de su ceceo). Alejandro no esconde su esconde su acento porque, quizá, como yo, le resulte imposible o porque, quizá, se sienta orgulloso de ello.
En el programa de ayer tuvo la oportunidad de hablar con su madre, siendo el único que fue capaz de situar un país en el mapa a la primera (increíble que el Pequeño Nicolás no supiera donde está Australia o Carlos Lozano Perú, aunque desarrolle parte de su carrera allí, y para que luego digan de los estadounidenses). La cantidad de comentarios despectivos que vi en las redes debido a la forma de hablar de Alejandro me terminaron ofendiendo. En el GH anterior, por ejemplo, nada pasaba cuando Aritz hablaba en euskera a los suyos.
Contesté a uno de ellos, de la mejor manera, dicho por uno de mis ex concursantes favoritos del programa, con el que acostumbro a estar de acuerdo y con el que interactúo a menudo. Dije que yo tenía el mismo acento y que me encantaba poder verlo en prime time. Me respondió diciendo: «No creo que tú tengas ese acento». Una chica desconocida se unió a la conversación: «Yo soy andaluza y no hablo así, me cuesta trabajo entender lo que dice». Como si el andaluz fuera uno solo o se hablara igual en Jaén, en Sevilla o en Medina Sidonia.
He de decir que el «no creo que tú tengas ese acento», como si yo no supiera cómo hablo o como si por mi nivel cultural no pudiera cecear y hablar «cerrado», me terminó ofendiendo aun más y me acosté pensando cuántas veces mi acento me había hecho perder oportunidades en la vida o me habían visto como si fuera un cateto inculto. Y han sido varias.
Los medios
En mi periplo mediático de la campaña #CurroParaPablo me pasó más de una vez. En una de esas ocasiones me invitaron a la mesa de Espejo Público. A falta de unas horas de entrar, la chica que me entrevistó e hizo el vídeo el día anterior, me dijo que su productor había decido que finalmente no necesitaban que fuera, sin ninguna explicación más. Me sustituyó otro chico que, por supuesto, hablaba en un perfecto castellano neutro.
También me pasó algo parecido cuando me entrevistaron en la SER. El chico que contactó conmigo me pidió amablemente que tratara de no hablar con mi acento en la entrevista, que no quería que la presentadora estrella le echara la bronca por la elección. Le dije la verdad, que aunque quisiera no podía. Mi acento es también mi identidad y no puedo -ni quiero- apagar quién soy a conveniencia. Meses más tarde me diría que se había arrepentido de decirme aquello y que pensaba que me había cabreado con él por su comentario. La verdad es que no me enfadé ni me sorprendió, aunque sí me dio un poco de impotencia.
En determinados ámbitos, como la televisión o la radio -véase a Eva González o Paz Padilla- solo nos quieren si nos hacemos pasar por quien no somos. Y eso que no hay nada más feo que un acento impostado.
El trabajo
También en mi búsqueda de trabajo me ha pasado. Y es que, además, si ya me pongo nervioso de por sí en una entrevista de trabajo, más aún cuando las hago en Madrid y sé que se me va a juzgar por cómo hablo y no por mis capacidades reales.
En una de las entrevistas que mejor me salieron, para una agencia de comunicación, el entrevistador me lo dijo bien claro. Le había encantado mi actitud, era lo que necesitaban, pero ya me llamarían si tenían un puesto de un perfil más bajo puesto que la persona que ocupara ese puesto también necesitaba ser interlocutor con diferentes empresas y, como comprendería, no podían poner a alguien a hablar con una gran empresa ceceando.
En el supermercado recuerdo una compañera de Ávila, a la que era incapaz de entender en muchas ocasiones -yo y muchos más- y que más de una vez diría que la culpa era de los demás porque ella era la única que hablaba castellano de verdad, no como nosotros que no conocíamos nuestro idioma. Por supuesto, como viene siendo habitual en estos lares, tenía unos laísmos, leísmos y loísmos para echarse las manos a la cabeza y salir corriendo hasta La Caleta.
El complejo
Al final, aunque entiendo que todas las variedades dialectales son igualmente válidas y ninguna tendría porque prevalecer sobre otra -y comprendo que los motivos son de índole económica y del norte desarrollado vs sur tercermundista-, este asunto ha terminado creándome algo de complejo.
Especialmente cuando tengo que hablar en grupo con gente que no conozco, me empiezan a surgir dudas sobre si me van a entender que terminan afectando a mi discurso y haciendo que sea mucho más inseguro. Alguna vez incluso me ha costado hilar algunas ideas que tenía bien claras en mi cabeza. Con lo muchísimo que me gusta hablar, me doy cuenta cómo cada vez estoy siendo menos locuaz y, cuando salgo socialmente y hay gente de otros lares, muchas veces me refugio detrás de otra persona, tratando de no llamar mucho la atención temiendo no poder explicarme como querría.
Por supuesto, es algo inconsciente y que me ocurre sin darme cuenta. Curiosamente, cuando era muy pequeño y aprendí a leer, era capaz de pronunciar la s. Recuerdo cómo unos amigos de mis padres, padrinos de uno de mis hermanos, se reían de mí porque parecía muy «fisno«. Si hubieran sabido lo bien que me habría venido seguir pareciendo fisno con lo años, tal vez se habrían callado la boca.
No sé en qué momento dejé de poder pronunciarla. Sí sé que no tengo oído ninguno y que los acentos no se me pegan, igual que soy incapaz de tararear la melodía de una canción y que se le parezca. Dejé de vivir en Cádiz a los doce años y sigo hablando como entonces. Recuerdo que en Bachillerato, en clase de Patrimonio Histórico Andaluz, me tocó leer la lección sobre el seseo y el ceceo. Lo pasé fatal porque no podía pronunciarlas diferente. Y es que, en general, la gente suele tener una mayor facilidad que yo para asumir nuevos acentos y formas de hablar. De hecho, de todos mis amigos andaluces en Madrid, soy también el que tiene el acento más marcado.
No me avergüenza hablar como se habla en Cádiz, la ciudad más antigua de Occidente, una de las tres urbes más importantes del mundo antiguo con Roma y Alejandría cuando Madrid ni existía, fin del mundo conocido. Tampoco si hablara como en Grazalema o Cazalla de la Sierra, aunque tengan un poquito menos de historia. Pero sí me jode que haber nacido allí y hablar como allí se habla me haga partir en desventaja en la carrera de la vida.
Buenas
Como andaluz que vive en Navarra sé muy bien lo que dices, de hecho estoy bastante cansado de rebatir ideas paralingüísticas que poco tienen que ver con la realidad respecto al acento andaluz y nuestra variedad lingüística histórica. Los años de machaque y opresión a Andalucía así como el complejo que nosotros nos hemos creado al no hablar el dialecto de prestigio ha hecho que cale muy hondo la idea de que hablamos mal y no, no es así, hablamos diferente y con una variedad léxica y fonética particular que enriquece el panorama del español peninsular.
Entiendo que en los medios de comunicación se busque algo que no existe, lo neutro, pero luego escuchas esos laísmos, esa conjugación de los verbos del norte de la península… Y uno se da cuenta que de neutralidad nada, es la imposición de su manera de hablar, minoritaria respecto a todos los hispanohablantes. ¿Por qué un reportero catalán no ha de modificar sus L germinadas y nosotros sí nuestro ceceo? Pues porque cometimos el terrible pecado de nacer en el sur, ¿por qué un madrileño puede cometer una falta sintáctica atroz y confundir un complemento directo con uno indirecto y nadie se espanta de un «la dijo» y sin embargo si nosotros decimos un «ustedes» ya hay risillas? por lo mismo. Es un tema que me encorajina mucho y que me pone como una moto, luego pienso y caigo en que nosotros hablamos como han hablado los grandes literatos de nuestras andalucías (y de España) y me consuelo un poco jejeje
El Canal Sur ya cometió ese error en su día y en su libro de estilo sugirió no hablar de manera vulgar, craso error. No redundemos, a mi un amigo,no hace mucho me dijo que es que no se nos entendía y le tuve que responder que se educa el oído y se entiende, no es normal que 8,5 millones de andaluces escuchemos las variedades dialectales norteñas, algunas muy cerradas como las asturianas, y les entendamos, y ellos no hagan el más mínimo esfuerzo y si llegan a intentar entender como hablamos en el sur es para hacer una parodia de nuestro acento, reírse de nuestras tradiciones milenarias y manera de hablar, y, si nos sientan mal, nos sueltan aquello de que pensaban que los andaluces teníamos buen humor….
En fin chiquito, mucho ánimo, ya sabes que este tema que enciende jejeje
P.D.: Los gaditanos no es que sepáis latín, es que estábais antes
de que el latín fuera una lengua
Hola! No suelo escribir mucho por estos lares, pero el otro día tuve una conversación parecida a lo que has escrito. Soy de Madrid, por lo que la gente suele entender mi acento sin problema, pero cometo unos laísmos que me avergüenzan profundamente, y pido a mis amigos del sur y del este de que me corrijan cuando los oigan, pues me parecen faltas muy graves. Sin embargo, es lo que dices, están mucho más estigmatizados socialmente rasgos dialectales como el seseo o el ceceo que los errores gramaticales que cometemos los del centro y norte de España, los cuales se escuchan constantemente en televisión y nadie se echa las manos a la cabeza por ello. En cambio, en programas como «Callejeros», cuando aparece un andaluz ponen subtítulos sistemáticamente, independientemente de cómo hable el entrevistado -en muchas ocasiones, únicamente aspirando las /s/ finales, y ese es un fenómeno de lo más extendido por la geografía española-, dando a entender que por el hecho de ser del sur habla mal y va a ser imposible descifrar lo que dice. Me parece vergonzoso. Como fonetista que soy, coincido contigo en que los diferentes dialectos no hacen sino enriquecer el panorama lingüístico del español, y es bien bonito estudiar los rasgos particulares de cada uno de ellos. Así que, de parte de alguien que adora el acento gaditano, por favor, habla y di todo lo que tengas en la cabeza cuando estés en grupo, que será un regalo para los oídos de muchos. Y a todos los que hacen coincidir fronteras dialectales con fronteras políticas solo decirles que no saben lo equivocados que están.
Hola! No suelo escribir mucho por estos lares, pero el otro día tuve una conversación parecida a lo que has escrito. Soy de Madrid, por lo que la gente suele entender mi acento sin problema, pero cometo unos laísmos que me avergüenzan profundamente, y pido a mis amigos del sur y del este de que me corrijan cuando los oigan, pues me parecen faltas muy graves. Sin embargo, es lo que dices, están mucho más estigmatizados socialmente rasgos dialectales como el seseo o el ceceo que los errores gramaticales que cometemos los del centro y norte de España, los cuales se escuchan constantemente en televisión y nadie se echa las manos a la cabeza por ello. En cambio, en programas como «Callejeros», cuando aparece un andaluz ponen subtítulos sistemáticamente, independientemente de cómo hable el entrevistado -en muchas ocasiones, únicamente aspirando las /s/ finales, y ese es un fenómeno de lo más extendido por la geografía española-, dando a entender que por el hecho de ser del sur habla mal y va a ser imposible descifrar lo que dice. Me parece vergonzoso. Como fonetista que soy, coincido contigo en que los diferentes dialectos no hacen sino enriquecer el panorama lingüístico del español, y es bien bonito estudiar los rasgos particulares de cada uno de ellos. Así que, de parte de alguien que adora el acento gaditano, por favor, habla y di todo lo que tengas en la cabeza cuando estés en grupo, que será un regalo para los oídos de muchos. Y a todos los que hacen coincidir fronteras dialectales con fronteras políticas solo decirles que no saben lo equivocados que están.
¡Gracias Bea! Esperemos que pronto podamos ir derribando esas fronteras 🙂
¡Y yo que le encuentro un encanto irresistible al ceceo.. ! A pesar de todos esos hándicaps que te hayan surgido en el terreno laboral y personal (no lo dudo), sinceramente, me jode que alguien como tú llegue a acomplejarse por el acento «de su tierra». Y lo digo no sólo por lo bien que te expresas sino porque la riqueza expresiva del andaluz como modalidad lingüística es maravillosa, además de rica y variada. A todos ésos que tratan de ridiculizar a los más de 8 millones que viven en el sur de esta península, más les valdría empaparse un poco de historia para convencerse de que los andaluces no emplean «un castellano mal hablado» a la hora de expresarse. Desarrollar y argumentar ahora este asunto sería bastante extenso.. además ¡qué carajo! tampoco me apetece ahora discernir donde comienza la ignorancia de algunos y la xenofobia autonómica de otros.
Tampoco me aclaro mucho con esos distingos en cuanto a emplear un andaluz «culto»o «neutro» a la hora de hablar para que los demás no pierdan ripio.. a lo mejor es cuestión de oído y de no tener «compá».
Como bien apuntaba Fil0gelos líneas arriba, la cadena de televisión autonómica, ésa que entre sus muchos lemas reza lo de «Andalucía no hay más una» (sí, claro, la única que al gobierno de la Junta le conviene) no ha hecho más que empeorar las cosas y caer en el más espantoso de los ridículos.
¡Muchas gracias Javi! La verdad es que -ceceo aparte- no me expreso tan bien hablando que como escribo, quizá por eso me dedico a escribir, pero lo del complejo es algo que me he ido dando cuenta últimamente porque claro, la teoría la conozco perfectamente pero cuando luego sabes que vas a tener esos problemas termina condicionándote aunque no quieras. Esperemos que pronto podamos escuchar más andaluz y en más programas que no sean solo del corte de GH Vip, en Andalucía y en Madrid. ¡Gracias por pasarte y comentar! 🙂
Ay, Pablo… que no te obliguen a ser bilingüe en Madrid (ni en ninguna otra parte) y conserva ese acento gaditano. Yo también sigo GHvip jajjajja.. ah, por cierto, hace poco en un reportaje tipo «callejeros» le preguntaron a un hombre que iba con un rebaño de cabras por un pueblo de Andalucía.
– Oiga, el trabajo debe ser muy duro por aquí, no? – le preguntó el reportero.
Y el hombre tras poner cara de a-qué-coño-viene-esa-pregunta, le sóltó:
– Pues mire usted, aquí los hombres nos vamos por las mañanas a buscar el sol, y volvemos con el sol cargado sobre la espalda.
No se puede decir tanto en tan pocas palabras.
Un abrazo, Pablo.